¡Oh, vosotros los sabios de alta y profunda ciencia, que habeís meditado y sabéis dónde, cuándo y cómo se une todo el la naturaleza, el por qué de todos esos amores y besos; vosotros, sabios sublimes, decídmelo!. ¡Poned en el potro vuestro sutil ingenio y decidme dónde, cuando y cómo me ocurrió amar, por qué me ocurrió amar!Con este prólogo de Burger abre Arthur Schopenhauer esta impecable obra que traza una línea entre el amor, las mujeres y la muerte.
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